Un gran estudio con más de medio millón de participantes ha confirmado la potente conexión entre cerebro y estómago.
Los trastornos digestivos pueden duplicar el riesgo de padecer enfermedades neurodegenerativas, como alzhéimer y párkinson.
La conexión entre cerebro y estómago es bien conocida. Y con cada nueva investigación se amplía y no deja de sorprendernos. Tenemos tantas neuronas en nuestro sistema digestivo que muchos expertos hablan de nuestro “segundo cerebro” o del “cerebro digestivo”.
Basta fijarse en cómo cambia el humor de muchas personas antes y después de comer para ser conscientes de ello. Ahora una nueva investigación internacional, en la que se han analizado datos de más de 500.000 personas, ha dado nuevas muestras de esta interrelación.
Científicos estadounidenses, brasileños, británicos y españoles han estado analizando la influencia de diversos trastornos intestinales, como estreñimiento crónico, gastritis, intestino irritable, colitis y esofagitis, entre otras, en las enfermedades neurodegenerativas, sobre todo el alzhéimer y el párkinson. Sus resultados son bastante concluyentes.
Trastornos digestivos de mayor riesgo
El estudio, dirigido por la doctora española Sara Bandrés-Ciga, responsable de área del Centro para la Investigación del Alzheimer, en Estados Unidos, confirma que la conexión cerebro-aparato digestivo “es mayor de lo que se pensaba y que la salud de esa conexión influye directamente el en riesgo de tener enfermedades neurodegenerativas”.
En total se han analizado hasta 155 trastornos digestivos, de nutrición y metabólicos que podían tener un impacto en esa relación con el cerebro. “Nuestros datos muestran que las personas con trastornos intestinales persistentes pueden tener hasta el doble de probabilidad de desarrollar enfermedades como alzhéimer o párkinson”, ha apuntado la doctora Bandrés-Ciga.
Los riesgos no son iguales en todos los casos. Los investigadores han observado que las personas con colitis, gastritis y esofagitis tenían más posibilidades de acabar desarrollando estas enfermedades neurodegenerativas.
Sin embargo, no solo se produce por enfermedades concretas. Trastornos más genéricos, pero crónicos, como dolor abdominal, hinchazón, estreñimiento o diarrea, influyen de manera significativa. Y por encima de todas, la diabetes es la condición que más riesgo evidenció.
También vieron que hay más riesgo de alzhéimer que de párkinson en relación con todas estas patologías.
Cuidando tu estómago cuidas el cerebro
“Hemos visto que la neurodegeneración no depende solo del cerebro: nuestro aparato digestivo es un actor clave que modula el riesgo para desarrollar alzhéimer y párkinson”, ha insistido la investigadora.
Considera que hemos de dejar de pensar en estas enfermedades como un tema tan solo cerebral. “No es solo una enfermedad del cerebro, sino el resultado de un desequilibrio de múltiples sistemas que interactúan a través del eje intestino-cerebro y otras rutas biológicas”, añadía esta doctora navarra, en declaraciones a la agencia Efe.
Envejeciendo bien
Por tanto, prestar atención y mejorar los trastornos crónicos del intestino puede ser un paso importante en la prevención de estas enfermedades neurodegenerativas, que hoy día no tienen cura y sí un final desgarrador.
Cuidando el tubo digestivo “reduces la inflamación, los desequilibrios metabólicos y las alteraciones de la microbiota, todos ellos mecanismos que sabemos que influyen en la función cerebral”, añade.
Qué hemos de hacer para prevenir
Ese cuidado es bien conocido. Pasa por una alimentación sana y equilibrada, junto con otros hábitos de vida saludables, como el ejercicio, la hidratación y el buen descanso nocturno.
Este estudio ha puesto en evidencia que estos trastornos digestivos pueden influir en el alzhéimer hasta 15 años antes de que la enfermedad muestre sus signos. Se ha relacionado, por ejemplo, los trastornos gástricos con la formación de placas de proteínas beta-amiloides en el cerebro, que se considera que son las que impiden las conexiones entre neuronas.
Los investigadores de este estudio, que se acaba de publicar en la prestigiosa revista Science Advances, diferencian que hay factores de riesgo sobre los que no podemos actuar, como son la edad o la genética. Pero hay mucho que sí podemos hacer.
No es poco reducir nuestro riesgo un 50%, y eso, como queda dicho, pasa por cuidar nuestra salud digestiva. Y dentro de esa salud, tampoco hemos de olvidar la boca. Cuidando tu boca también cuidas tu cerebro. Recientemente otro estudio apuntaba que la mala salud bucodental también puede influir en el alzhéimer.
Textos y fotos: www.elmundoalinstante.com